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Esopo: "Fábulas"


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  • julio 2013
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Boletín de novedades de El Arka

 
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Fabulas. Esopo

Introducción.

Esopo,parece que vivió entorno al s. VI a. C., la falta de documentos ha llevado a los historiadores a dudar que su nombre corresponde a alguién en concreto que viviese en un momento determinado, en cualquier caso, poco importa o no los pormenores de su existencia individual,es a su nombre con quién aparece asociado este género literario, las fábulas, y su obra correspondería más bien a una colectividad que reunía así una herencia oral de muchos años, y que puede ser más de lo que parece. Una leyenda con Esopo ("el negro") le atribuye la resurreción, después de pasar por los infiernos para vivir una segunda existencia.

Selección:

5. El Águila, el pastor y la corneja

Abatiéndose desde una roca altísima, un águila arrebató un cordero. Quiso entonces la corneja, para no ser menos, imitarla, y con gran estrépito se lanzó sobre un carnero; pero sus garras se enredaron en los mechones de lana, batiendo en vano las alas, sin lograr soltarse.
Vio el pastor la cosa, corrió y cogió a la corneja, y cortándole las puntas de las alas, llevósela por la noche a su hijos. Estos le preguntaron qué clase de ave era aquel pájaro, a lo que respondió el pastor:
- En mi entender, una corneja; un águila según sus pretensiones

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10. El deudor de Atenas

Un deudor de Atenas, apremiado por su acreedor para que le pagara su deuda, primero le pidió que le concediera un corto plazo pretextando hallarse en apuro; mas no logrando convencerle, trajo la única marrana que poseía, disponiéndose a venderla en presencia de su acreedor.
Presentóse un comprador preguntado si la marrana era fecunda.
- Tan fecunda -respondió el deudor- que hasta lo es de modo extraordinario: en los Misterios pare hembras y en las Panateneas pare machos.
Asombrado el comprador de lo que oía, el deudor exclamó:
-¡No te asombres tanto, porque esta marrana también te dará cabritos en las Dionisíacas!

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38. El Mono y la zorra disputando sobre su nobleza

Viajando juntos el mono y la zorra, disputaban sobre su nobleza. En tanto que cada uno de los dos detallaba ampliamente sus títulos, llegaron a cierto lugar. Volvió el mono el motivo, y el mono, mostrándole las tumbas, le dijo:
-¡Oh, cómo contener las lágrimas al ver las piedras funerarias de los libertos y esclavos de mis padres!
-¡Puedes mentir cuanto quieras -contestó la zorra-; ninguno se levantará para desmentirte!

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64. El astrónomo

Tenía un astrónomo la costumbre de pasear todas las noches estudiando los astros. Un día que vagaba por las afueras de la ciudad, absorto en la contemplación del cielo, cayó inopinadamente en un pozo. Estando lamentándose y dando voces, acertó a pasar un hombre que oyendo sus lamentos se le acercó para saber su motivo; enterado de lo sucedido, dijo:
-¡Amigo mío! ¿quieres ver lo que hay en el cielo y no ves lo que hay en la tierra?

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77. El anciano y la muerte

Un día un anciano, después de cortar leña, la cargó a su espalda. Largo era el camino que le quedaba. Fatigado por la marcha, soltó la carga y llamó a la Muerte. Esta se presentó y le preguntó por qué la llamaba; contestó el viejo:
- Para que me ayudes a cargar la leña...

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95. El orador Demades

El orador Demades hablaba un día al pueblo de Atenas, mas como no prestaban mucha atención a su discurso, pidió que le permitieran contar una fábula de Esopo. Concedida la demanda, empezó de este modo:
- Demeter, la golondrina y la anguila viajaban juntas un día; llegaron a la orilla de un río; la golondrina se elevó en el aire, la anguila desapareció en las aguas.. -y aquí se detuvo el orador.
- ¿Y Demeter? -le gritaron-. ¿Qué hizo?
- Demeter montó en cólera contra vosotros -replicó- porque descuidáis los asuntos del estado para entreteneros con las fábulas de Esopo.

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109. Hermes y Tiresias

Hermes quiso comprobar si el arte adivinatorio de Tiresias era verdadero; para lo cual le robó sus bueyes en el campo y luego, bajo la figura de un mortal, se fue a la ciudad y entró en la casa de Tiresias.
cuando supo la pérdida de su yunta, Tiresias se trasladó a las afueras con Hermes para observar un augurio en el vuelo de las aves, rogando a Hermes le dijera el pájaro que apareciese. Hermes vio un águila que pasaba volando de izquierda a derecha y se lo dijo. Respondió Tiresias que ese pájaro no les importaba. A la segunda vez, vio el dios una corneja encaramada en un árbol que ora alazaba los ojos al cielo, ora se inclinaba hacia la tierra, y así se lo dijo. Entonces el adivino contestó:
- ¡Esa corneja jura por el cielo y por la tierra que depende de ti que vuelva a encontrar mis bueyes!

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