El Arka


LITERATURA


Novedades

  • Vísite la sección de novedades de la revista.
  • Literatura, arte, poesía, eventos.
Secciones de la revista
El Arka
Utopías
   Arte
   Literatura
Humor
  Juegos
    Umbral
Viajes
Símbolos

Anillo telemático
SYMBOLOS
SYMBOLOS

Boletín de novedades de El Arka

 
Alojado en egrupos.net

Las tres hilanderas

Hoy en día los cuentos de la tradición popular son tachados de inadecuados y anticuados, es decir obsoletos; por ello se los ha censurado, modificado, recortado o, en el mejor de los casos, ignorados. No nos interesa aquí tomar partido por una u otra opinión, ya que la opinión pertenece a la periferia de la rueda y por tanto es siempre cambiante; más bien queremos rescatar el significado oculto de algunos cuentos y leyendas populares que conforman nuestra propia cultura, aunque se los niegue, siendo el reflejo, quizás ya pálido, de la Cultura. Sabemos que en la cultura popular y el folklor podemos encontrar rastros de la Tradición Unánime y los símbolos universales, y por ello nos ponemos manos a la obra, sin pretender ser exhaustivos sino con la intención de despertar a la Memoria utilizando estos textos como soporte de meditación.
Hoy tenemos entre manos el cuento de los hermanos Grimm Las tres hilanderas (1) y por este empezamos, conscientes de que desde cualquier punto de la circunferencia de la rueda (o la rueca) podemos comenzar a estirar el hilo que nos conducirá al centro. Se dice que “un viaje de mil millas comienza ante tus pies”.

Como en el simbolismo del tejido, una primera mirada nos muestra la superficie de la obra, pero si uno se fija bien se puede ver el trabajo de entrelazamiento de hilos que está detrás, su estructura, la trama y la urdimbre que conforman ese tejido. Y es asombroso ver como poco a poco comienza a emerger una red de relaciones indefinidas en profundidad, que daría para escribir páginas y páginas. Pero para que la pieza sea llevada a cabo y pueda ser, tiene que haber un límite, y aquí a ver hasta dónde nos lleva Átropo, que como veremos es, de las Moiras, la que corta el hilo.

El cuento que hemos escogido trata de una chica de orígenes humildes que tiene a su madre muy molesta por la pereza demostrada a la hora de hilar. Un día la reina, amante de este arte, engañada por la madre de la chica decide llevársela consigo por su supuesta habilidad para hilar.

Una vez llegadas a palacio, le promete que se casará con su hijo, el príncipe, a pacto de que hile una gran cantidad de lino en poco tiempo. La chica, que en verdad nunca ha aprendido a hilar, consigue hacer lo que la reina le dictó con la ayuda de las tres hilanderas que, a cambio de ser invitadas a su boda, le sacan las castañas del fuego realizando todo el trabajo. La reina, satisfecha y complacida, cumple con su palabra, se celebra la boda y las hilanderas son invitadas. El príncipe al verlas exclama: “¡Oh! ¡Tienes unas parientas bien feas!”. Y después de enterarse de que a ellas les gusta mucho hilar y que por esa ocupación sus cuerpos se han deformado (una tiene el pie muy grande por dar vueltas a la rueca, la segunda el labio caído por mojar el hilo y la tercera el dedo largo por torcer el hilo) decide que su mujer nunca más tocaría la rueca librándola así de ese trabajo.

Está claro que las tres hilanderas son las tres Moiras, o Parcas, entidad una y trina, deidades muy antiguas, hijas de la Noche según Hesíodo.

Sus nombres son Cloto, la hilandera que devana el hilo de la vida. Láquesis la que determina su largo, es decir, su Fortuna, (buena o mala) y Átropo, la inevitable que corta el hilo en el momento adecuado. (2)
Son responsables del destino de los hombres y por ello son temidas y respetadas. Incluso a veces son consideradas más elevadas en jerarquía que el propio Zeus. Y esto nos lleva a relacionarlas con el tres, o sea con los principios del Ser, con la ontología misma. Ellas simbolizan el arquetipo de la estructura del Cosmos, que está ritmada en tres tiempos, como también nos recuerdan las tres Gracias. A veces son representadas como una mujer joven, una de mediana edad y otra anciana; el principio, el medio, el fin.

La vida está hecha de hilos tejidos por la Gran Hilandera. Tres gestos en un solo gesto, perennemente entrelazados. Se puede observar en la deformación de las diosas un signo de la continuidad de ese gesto, que también notamos en la repetición de sus palabras ritmadas.

Dirigiéndose [el príncipe] a la que tenía el pie ancho:
– ¿De qué tienes ese pie tan grande? – le preguntó.
– De hacer dar vueltas a la rueda – le contestó – de hacer dar vueltas a la rueda.
A la segunda:
– ¿De qué tienes ese labio tan caído?
– De haber mojado el hilo, de haber mojado el hilo.
Y a la tercera:
– ¿De qué tienes ese dedo tan largo?
– De haber torcido el hilo, de haber torcido el hilo.

Decíamos tres gestos en uno, o sea recordar en todo momento que ese entrelazamiento no es en sí mismo sino en cuanto expresión de un Principio, del que todo surge. El concatenarse de los anillos puede ser un encadenamiento o una danza liberadora.

Para obedecer ese Destino hay que ver constantemente qué se está edificando, no perderse en indefinidos horizontales, equiparables a charlas de café; sino que se necesita una concentración, y tener presente en cierto modo todas las posibilidades, abocado uno a una permanente síntesis, y no moverse de esa perspectiva, o sea, no ser como otro–o el “otro”–, que eso no es ser. (3)

Las hilanderas son tres, como las noches que pasa la joven protagonista sin hilar, como las estancias de la torre donde se almacena todo el lino. Como decíamos, el tres está relacionado con los principios del Ser, que según el árbol de la vida cabalístico conforman la ontología, o sea el conocimiento del Ser, jerárquicamente superior a la creación. Aquí no hay creación, la rueca está parada durante tres noches, hasta que comienza a girar.


Podríamos preguntarnos ¿quién es la protagonista de esta historia? Y entonces responderíamos que es el alma, como siempre pasa en las historias tradicionales. Las aventuras de la joven representan el viaje del alma desde el principio hasta el final, pasando por las pruebas que el destino le impone. Como en este cuento, a menudo esas pruebas son imposibles de realizar, pero el que ha sido llamado se queda, no marcha, porque sabe que no será con su humanidad que las superará, pues no podrá añadir ni un codo a su estatura, sino que la obra se realizará por la Providencia. Tampoco es cierto que el aspirante a la realeza (ya que de eso se trata) podrá coronar la obra sin poner de su parte. Al contrario, se ha de entregar entero aún sin saber qué le atiende y cómo lo hará. Pues como le dice la Sibila a Cristina de Pizán en El camino del Largo Estudio:

Los perezosos aquí no tienen nada que hacer, ya que el lugar está reservado a los que se esfuerzan por comprender y se deleitan en aprender. (4)

Queremos destacar que la joven protagonista de esta historia se presenta como perezosa al principio. Y lo más curioso es que en verdad ella no hace ningún esfuerzo a lo largo de la historia. Lo único que ha de hacer es ponerse, entregarse, ser disponible, prestarse como materia prima, de la cual un símbolo muy claro es el lino que llena las tres estancias de la torre. La Providencia hila, ella solo la llama con su lamento. Y además hace otra cosa: aceptar la ayuda de las tres hilanderas, dejarlas entrar y acordarse de ellas el día de su boda. Ellas le piden que la inviten a la fiesta y la joven lo hace, dejándolas sentar en la mesa de los novios. Y eso es lo que tenemos que hacer: recordar, no olvidar que nuestra labor no se llevará a cabo por nuestros esfuerzos o por nuestro mérito, sino que es una labor que se hace sola, porque se trata de seguir, acoplarse al propio ritmo de la vida, a como ella se manifiesta y es.

Si bien en este camino no se ha de esperar nada, sí que hay un premio para quién entrega su alma a los dioses: las bodas con el Príncipe, con el Principio. Bodas que se realizan si uno recuerda a quien está hilando su destino, no creyéndose que lo ha hecho uno mismo, no apropiándose de algo que no es suyo, no impidiendo el movimiento de la rueca y girando con ella. Así y solo así el alma se liberará de toda fatiga y de todo sufrimiento, y del propio movimiento giratorio. De hecho, en esta historia el Príncipe la libera “de esta odiosa ocupación” para siempre. Así será libre de ocupación para que pueda contemplar, para que pueda recordar que lo que en verdad quería, sin saberlo, era casarse con el Príncipe para ser Uno.


Notas
(1) Hermanos Grimm, La Cenicienta y otros cuentos, Libros del Innombrable, Zaragoza, 1999.
(2) Cita extraída del cap. VI de “El camino del Largo Estudio y el Arte de la Construcción. Cristina de Pizán (1364-1430)” en Mireia Valls, Mujeres Herméticas. Voces de la Sabiduría en Occidente,
(3) Federico Gonzalez, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. Entrada Moiras.
(4) Federico Gonzalez, Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos, Libros del Innombrable, Zaragoza, 2013. Entrada Destino.

Texto: Margherita Mangini


 

Volver arriba


Para contactar con la revista El Arka dirigirse a la siguiente dirección:
revista@elarka.es


Editorial ---> Utopías ---> Arte ---> Literatura --> Humor --> Juegos --> Umbral --> Viajes --> Símbolos-->


© El Arka: revista de Artes y Letras,2010.